viernes, 20 de noviembre de 2015

"No me lo digas, escríbemelo"

Lo poco que se de la vida lo cuento a través de mis experiencias. No he tenido muchas, pero las suficientes como para crear mis propias verdades, y echar por tierra algunas teorías inculcadas por familia o amigos. Se que no hay "protocolos" para relacionarse, simplemente hay personas y la forma de ser de cada uno que encaje o no con quien quieres conocer. Se que si fuerzas algo, lo más probable es que incomodes aunque tengas la mejor de las intenciones. Se que sin dolor no se puede vivir, ya que el propio sufrir te hace crecer y reflexionar. Más que saber, estoy seguro de que siempre hay alguien a quien importamos, pero somos seres individuales y por naturaleza nos unimos a quienes nos interesa; que cortemos relación hacia quienes importamos no es de ser persona, es de ser gilipollas.
Cada vez veo, observo u oigo que nos enfocamos más en las palabras oídas, apartando un mundo escrito que, en algunas personas, expresa más verdad de corazón que en un momento de taquicardia y balbuceo. Esto supongo, que no aseguro, viene dado por las ganas que tengamos de escuchar a alguien, pues si esa persona que nos interesa de verdad intenta encontrar el modo de decirnos algo, el tiempo que tarde para mí no existe, sólo ella y toda mi atención. A todos nos ilumina oír un piropo bien dicho o un gesto confiado y de firmeza pero, si sabemos verlo, una flor con una nota enganchada y una frase escrita puede derribar muros tan altos y gruesos como el de la guardia de la noche.
La tecnología de ahora lo hace todo más rápido y sencillo. Un "whatsapp" pidiendo salir a alguien, una relación que empieza con un emoticono lanzando un beso o los "en línea" que avisan de que tu mensaje ha sido ignorado con éxito. Lejos quedan las cartas en mano de quien una mirada le enmudece, y las emociones que suscita un escrito con bolígrafo o pluma, no a teclado.
Aún quedan personas que pasan desapercibidas en un mundo que premia la excesiva confianza y orgullo frente al esfuerzo que supone conocer a alguien que protege un tesoro, a sí mism@. Soy fanático de quienes se esfuerzan en sus humildes intereses, de quienes piensan "¿y si si?" antes que "¿y si no?", de quienes ofrecen la mano pero tienen un "STOP" en el codo que filtra sólo a los que son dignos. Soy muy fan de mi yo durmiente que recupera fuerzas mientras el lado oscuro se abre paso. Y soy muy fan de quienes leen esto hasta el final y piensan "vales mi tiempo".

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