Los que vivimos por lo general en modo optimista, a menudo
pasamos como personas desagradables porque ser serio es lo que se lleva. Nadie se
atreve a sonreír en un funeral, aunque la única intención que tenga sea
promover la luz entre tanta oscuridad. Parece que los lunes son el día de la
amargura y expresar esa resignación te hace subir niveles en idolatría, que los
domingos sólo sirven para pensar en que todo lo bueno terminó y que el sonido
del despertador a las 7:00 a.m. es un objeto endemoniado que, si estuviera vivo,
se sentiría el ser más despreciado del mundo.
Permitidme que os recuerde algunas verdades absolutas que
simplemente exigen algo de fe, pues no hace falta dar cuerpo a algo para
confirmar su existencia. No existe el bien sin el mal, o mirándolo por otro
lado, no existe el mal sin el bien. No hay oscuridad sin luz, tormenta sin sol
al final, muerte sin vida ni pesimismo sin optimismo.
Me gusta creer que existo como una alegre forma de vida cuya
función reside en mirar más allá de lo visible, utilizar mi cerebro para que mi
corazón funcione y enriquecerme no de conocimientos sino de sabiduría. “Todo
depende del punto de vista” como dijo Johnny Deep en Piratas del Caribe, y es
nuestra decisión cómo ver las cosas. Siempre hay algo positivo y algo negativo
absolutamente para toda situación, ¿con cuál te quedas?
Por supuesto nadie es siempre optimista (ni pesimista, por
mucho que haya gente que lo intente). En mi caso tengo etapas desastrosas donde
no doy apenas importancia a los buenos detalles, porque sé que de vez en cuando
necesito hundirme, tocar el suelo, para poder impulsarme más alto aún. Y aquí
impongo la frase inicial. “El valor que posee cualquier cosa radica en la
importancia que le otorgamos”. Si pensamos que un logro, un estreno de cine,
una victoria de nuestro equipo o una sonrisa de alguien tienen importancia, si
sabemos valorarlo, habremos conseguido poner la base para remontar el vuelo.
Esta semana es muy posible que me toque hablar de un tema a
mí sólo ante 70 personas como mínimo, un reto personal que de superarlo me dará
el doble de fuerza con la que espero recibirlo. El viernes una prueba más a
modo de examen escrito; conseguir una buena nota a buen seguro me dará
esperanzas para el próximo. Y finalmente el esperado estreno, ese mismo día, de
Star Wars VII. Sinceramente, cada uno con su vida, sólo hace falta querer tener
ilusiones, porque existen muchas…
¡Ah! Casi se me olvida, este fin de semana, por si fuera poco
lo visto hasta ahora, vuelve el fútbol al Zorrilla, y cerraremos la semana con
unas emocionantes elecciones.
Se diferente, se optimista.
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