martes, 22 de diciembre de 2015

·"¿Locura o... fervor?"

 Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana… Aparecen esas palabras azules y mi corazón deja de trabajar unos segundos, para que todo mi organismo disfrute al completo. Diez años después de que “La venganza de los sith” pusiera fin a dos trilogías de ensueño, J.J. Abrams volvió a inundar el mundo con la vuelta de Star Wars y la emoción no se hizo esperar.

 Sin mencionar ni un solo detalle de la película, te diré que mereció la pena. Casi había olvidado (desde el ascenso del Real Valladolid en 2012) lo que se siente al cumplir un sueño. Todo tu cuerpo paralizado, ojos midriáticos, estómago empequeñecido, cerebro ordenando liberar oxitocina de una forma torrencial y corazón en plena taquicardia… y en mi caso añadir pequeños amagos vertiginosos que me incomodaron con las letras iniciales, pero sólo lo menciono para haceros una idea más detallada.

 Fueron poco más de dos horas de placer. No hablo del placer que puede dar un orgasmo, ya que su duración es mucho menor y de no serlo no sería sano; sino de la ilusión de un niño unida a la cordura de un adulto, que no permite desilusiones sea cual sea la calidad de la película.

 Aunque Star Wars es mi base personal de frikismo, grandes historias como Harry Potter (en 2º lugar) o El señor de los anillos las vivo bastante de cerca.
 Por otro lado está mi faceta futbolera, mi otra gran pasión, el Real Valladolid. Equipo que descubrí en 2007 tras hacerme eco del ascenso con récord incluido, y al que (con algunos fallos al principio) encantado conseguí afiliarme. Desde aquí agradecer de por vida a mi buen amigo David, con el que vi por primera vez al equipo desde la televisión, y a mis primos más mayores que me dieron la oportunidad de verle en directo.
 Siempre he pensado que en este deporte somos del equipo con el que más empatizamos. Cuando vi al Pucela jugar tenían errores de novato (y siguen), recibían críticas de su hinchada cada fin de semana y sufrían por ganar cada partido; pero lo que me encantó fue la garra, la entrega que mostraban y la humildad que transmitían. Soy del Pucela por una única razón, me veo a mí mismo cuando les veo jugar, y no contemplo otra cosa que seguirles hasta el final.

 No considero absurdo ninguno de estos dos aspectos, ni inteligente aquella persona que me desprecie por tenerlos. Seguramente no haya mucha gente que conozca que viva ambos como lo hago yo, pero de hacerlo invitaría a esa persona a conocerme, ya que me resultaría de especial interés.

 Para finalizar, agradecerte a ti, si a ti, haber invertido unos minutos en leerme, en conocerme y en explorar un mundo lejos de la realidad diaria. Porque a veces la ficción es mejor que la realidad. Y desde aquí te mando mis mejores deseos para estas navidades, que el mejor regalo es compartir, no ya la lotería, sino tu sonrisa.

lunes, 14 de diciembre de 2015

"Todo trata del valor..."

"El valor que posee cualquier cosa radica en la importancia que le otorgamos.”
 Los que vivimos por lo general en modo optimista, a menudo pasamos como personas desagradables porque ser serio es lo que se lleva. Nadie se atreve a sonreír en un funeral, aunque la única intención que tenga sea promover la luz entre tanta oscuridad. Parece que los lunes son el día de la amargura y expresar esa resignación te hace subir niveles en idolatría, que los domingos sólo sirven para pensar en que todo lo bueno terminó y que el sonido del despertador a las 7:00 a.m. es un objeto endemoniado que, si estuviera vivo, se sentiría el ser más despreciado del mundo.

 Permitidme que os recuerde algunas verdades absolutas que simplemente exigen algo de fe, pues no hace falta dar cuerpo a algo para confirmar su existencia. No existe el bien sin el mal, o mirándolo por otro lado, no existe el mal sin el bien. No hay oscuridad sin luz, tormenta sin sol al final, muerte sin vida ni pesimismo sin optimismo.

 Me gusta creer que existo como una alegre forma de vida cuya función reside en mirar más allá de lo visible, utilizar mi cerebro para que mi corazón funcione y enriquecerme no de conocimientos sino de sabiduría. “Todo depende del punto de vista” como dijo Johnny Deep en Piratas del Caribe, y es nuestra decisión cómo ver las cosas. Siempre hay algo positivo y algo negativo absolutamente para toda situación, ¿con cuál te quedas?
 Por supuesto nadie es siempre optimista (ni pesimista, por mucho que haya gente que lo intente). En mi caso tengo etapas desastrosas donde no doy apenas importancia a los buenos detalles, porque sé que de vez en cuando necesito hundirme, tocar el suelo, para poder impulsarme más alto aún. Y aquí impongo la frase inicial. “El valor que posee cualquier cosa radica en la importancia que le otorgamos”. Si pensamos que un logro, un estreno de cine, una victoria de nuestro equipo o una sonrisa de alguien tienen importancia, si sabemos valorarlo, habremos conseguido poner la base para remontar el vuelo.

 Esta semana es muy posible que me toque hablar de un tema a mí sólo ante 70 personas como mínimo, un reto personal que de superarlo me dará el doble de fuerza con la que espero recibirlo. El viernes una prueba más a modo de examen escrito; conseguir una buena nota a buen seguro me dará esperanzas para el próximo. Y finalmente el esperado estreno, ese mismo día, de Star Wars VII. Sinceramente, cada uno con su vida, sólo hace falta querer tener ilusiones, porque existen muchas…

 ¡Ah! Casi se me olvida, este fin de semana, por si fuera poco lo visto hasta ahora, vuelve el fútbol al Zorrilla, y cerraremos la semana con unas emocionantes elecciones.
Se diferente, se optimista.

viernes, 4 de diciembre de 2015

"En ocasiones..."

 En ocasiones… confiamos en quien no debemos, no damos oportunidad a quien más nos conviene y tiramos por tierra ocasiones que valen oro. Me inclino a pensar que la fachada es culpable de este delito, pues aunque nos empeñamos en decir a los demás “no juzguen un libro por su portada”, caemos en la hipocresía de hacerlo. Y en consecuencia acabamos heridos, que es natural y humano y por ello inevitable, pero de los errores hay que aprender. De lo contrario seremos humanos, pero también estúpidos. 
 
 Y de confianza quiero hablarte. Es invisible, abstracta y sin embargo marca a las personas. La confianza vale oro, y como ese adorado metal es difícil de conseguir. Cada paso que das puedes estar un poco más cerca de obtenerlo o distanciarte kilómetros porque es cuesta mucho conseguirla, pero resulta muy fácil perderla.
 
 ¿Y qué nos lleva a confiar en alguien? en mi caso, que al conocer a esa persona, comparta unos valores que considero fundamentales: honestidad, respeto y lealtad. No es recomendable depositar la confianza en quien no es capaz de decir la verdad por mucho que le perjudique; me repugnan las personas que actúan o hablan sin respetar la integridad de los demás, ya que es señal de maldad interior. Y por último leal, fiel, como el tercer libro de Divergente, tanto a ti mismo como hacia quienes decides procurar serlo.

 Ahora que lo pienso… me falta una cualidad, compromiso. Seguramente mi error se basa en la tradición de poner tres ejemplos para explicar algo, pero a lo que voy. El compromiso es reflejo de lo que te importa alguien. Si fallas una promesa, a tu palabra, pierdes la imagen que posiblemente te haya costado enseñar. La palabra es muy valiosa, no la usemos a la ligera.

 Por supuesto, como estudiante de Enfermería y espero, futuro enfermero, “primum non nocere” (no hacer daño al paciente). No hacer daño a una vida, tratar de ser siempre amable. No sabemos si, cuando tenemos un mal día, la persona a quien nos dirigimos lo está pasando peor aún.